EDUCAR BIEN CON TOMÁS DE ANDRÉS TRIPERO

14 ene 2008

LOS BEBÉS PERCIBEN A LAS PERSONAS AMIGAS

Prof. Tomás de Andrés. Dptº de Psicología del desarrollo y de la educación de la U.C.M. e-mail: tomandre@edu.ucm.es

Hemos tratado ya cómo la percepción del recién nacido, capaz de oler el amor o el rechazo, es mucho más compleja de lo que en un principio podríamos suponer. Ahora, y a través de experimentos recientes, se constata que los bebés, entre los seis y los doce meses, tienen la capacidad de percibir la bondad, o su ausencia, de quienes les rodean y por ese motivo prefieren la compañía de unas personas a otras. Es el origen evolutivo de los impulsos de amistad.

Las afinidades electivas, y lo que podemos entender como el gran valor social de la “amistad”, tienen pues un origen temprano. Parece ser una predisposición innata de aprendizaje, un factor más que favorece el instinto de supervivencia social que se desarrollo en ese determinado período crítico, en cuanto a la necesidad de establecer vínculos amigables, del segundo semestre.

La capacidad de lograr discriminar a aquellos seres amables, que te pueden ayudar y beneficiar, de quienes no puedes esperar nada de ellos es esencial para la supervivencia en el mundo social del bebé.

Sin cooperación, en el colectivo humano, no hay posibilidades de supervivencia. Descubrir - en esa especie de primitiva evaluación social - a quienes pueden socorrerte para salir delante, de quienes no, es uno de los primeros y más significativos hallazgos evolutivos. De hecho se ha demostrado experimentalmente cómo las personas apreciadas por el niño le ofrecen muchos mejores modelos de aprendizaje.

Durante su primer año los bebés utilizan sus sentidos para organizar y clasificar sus tempranas experiencias sociales, poco a poco y con tranquilidad ya que se pasan todo el rato observando a su alrededor y notando las diferencias más significativas.

El conjunto de sensaciones tempranas, que proceden del oído, la vista, el tacto, el olfato, el gusto, la percepción intermodal y la coordinación perceptivo-motriz, parece organizarse hacia dos objetivos fundamentales: uno, la optimización de la interacción social y, otro, el principio básico de bienestar.

Por ejemplo, a los seis meses el bebé ha desarrollado la suficiente capacidad interpretativa de los sonidos como para poder distinguir entre los que resultan amables o desagradables, desarrollando una atención selectiva para los primeros e ignorando, o rechazando, los segundos.

En torno a los cuatro meses comienza a interesarse por su propia imagen reflejada en un espejo pero todavía no será capaz de reconocerse, ni siquiera en los primeros planos, en una grabación casera, ya que su imagen hace cosas, en ese momento, diferentes; no obstante sonríe ante su propia presencia, no reconocida en la imagen, o ante la imagen de otros niños que siempre distingue de la de los adultos.

A partir de los cuatro meses, especialmente sobre los seis, se dará ya una capacidad mucho más selectiva en el reconocimiento de los rostros humanos.

En este momento se reacciona con disgusto, temor o rabia, ante las caras de personas desconocidas, ya sea simplemente por miedo o por la frustración que les produce esperar encontrar el rostro que le da afecto y satisfacción y tropezarse, por el contrario, con otro del que no sabe qué esperar, y del que, por ello, no espera ningún tipo de cooperación.

Se trata del principio del miedo, o desconfianza, a los extraños, idea, desarrollada por M. Ainsworth. No obstante parece que el número de adultos con los que un niño se encuentre familiarizado determina su grado de ansiedad ante las personas desconocidas.

También el tacto, a los seis meses, es una magnífica fuente de información sensorial; precisamente una habilidad perceptiva importante es lograr conectar la información visual con la que procede del tacto, las imágenes placenteras se asociarán de inmediato con el suave placer de la caricia amable.

Los olores y los sabores comenzarán también a ser clasificados según su procedencia y las sensaciones que les acompañan.

En general todas las modalidades sensoriales comenzarán a relacionarse eficazmente para transmitir informaciones cognitivas sobre el amor o el rechazo a partir de los cuatro meses, alcanzando a los seis un alto nivel de calidad.

Así pues hasta los seis meses los bebés presentan dificultades para construir representaciones mentales que relacionen las informaciones sensoriales, unas con otras y en relación con el objeto que las motiva. Pero en torno a los seis meses, edad mágica, muestran una capacidad creciente para elaborar ese tipo de conexiones cognitivas. La experiencia afectiva va a ser, pues, el mejor recurso para el desarrollo de su naciente inteligencia intersensorial.

Una experiencia tan importante como es el descubrimiento y consiguiente orientación hacia personas afables y amistosas se percibirán, de esta manera, con todos los sentidos a un tiempo.

Todo esto va a permitir que a partir del segundo semestre los niños puedan comenzar, con la ayuda de la coordinación de sus sentidos, a saber lo que es el amor y la amistad, pero también la indiferencia y el rechazo.

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10 dic 2007

FRACASO EN EL APRENDIZAJE

España no obtiene buenos resultados. ¿Por qué?

Prof. Tomás de Andrés. Dptº de Psicología del desarrollo y de la educación de la U.C.M. e-mail: tomandre@edu.ucm.es


Según el Informe PISA 2006, España ofrece una imagen pobre en resultados de aprendizaje comparada con otros países.

Como siempre los medios de comunicación parecen encontrar en este tipo de noticias una oportunidad para contribuir a poner en tela de juicio al sistema educativo en su conjunto, cosa que el informe, de intachable ética, rigor y calidad, no pretende en absoluto.

Las bases educativas, sobre quienes descansa la transmisión de la ciencia, de la cultura y de la comprensión de uno mismo y de los demás, soportan pacientemente este tipo de percepciones públicas, tirando a negativas, como si las personas que se empeñan cada día en mejorar los niveles educativos, con escasos apoyos y comprensión, tuvieran realmente la culpa de lo que sucede.



No es España el único país que fracasa en este sentido, ni en mayor ni en menor medida, vivimos en un entorno global que cada vez nos hace más semejantes, para comprobarlo no hace falta sino ver cómo todas las televisiones programan basura, idiotez y una lamentable imagen, ante los niños, del mundo de los adultos. Escaseando en calidad, en veracidad, objetividad, e independencia. Como cada vez se lee menos, como el buen cine se extingue entre algún que otro fulgor, como el gran teatro escasea, como la buena música no se difunde y populariza con más fuerza, como la cultura en general se transforma en un gueto para ilustrados, como se ha perdido la alegría por conocer y las motivaciones para saber más de lo que se sabe escasean, el fracaso no procede del colegio, ni de los responsables educativos, ni de las familias, procede de un horizonte de amenazante sequía intelectual.

Pero hay algunas razones más para pensar en el fracaso.

1. Porque, precisamente, la imagen del profesor se encuentra cada vez más devaluada.

2. Porque la sociedad, en su creciente alejamiento del saber, valora cada vez menos a quienes, justamente se esfuerzan por mantenerlo y enriquecerlo.

3. Porque en un deterioro general de la disciplina social, y anulada la imagen del profesor como figura de autoridad, reconocimiento y prestigio, el conocimiento es muy difícil de transmitir en esas condiciones, y aún así, en la mayoría de los casos, se consigue.

4. Porque las prisas, la frivolidad, la desgana, obligan a que los conocimientos tengan un sentido de usar y tirar, de utilidad inmediata para alcanzar beneficios rápidos y ventajosos y el aprendizaje requiere reposo, sedimentación, digestión, asimilación y acomodación.

5. Porque la cultura de la calidad esta siendo sustituida por la cultura de la inmediatez, sobre la poco o nada se puede construir con garantías.

6. Porque el mundo multimedia no acerca sino que aleja de la sensibilidad y de la motivación del conocimiento. La basura multimedia, la violencia como entretenimiento, la denigración del ser humano como divertimento, la destrucción de los valores de la intimidad, también de la sexual, la vulgaridad en los actos y en las expresiones, el deterioro de la belleza de nuestra lengua, lo ensucia y embrutece todo, también las mentes de aquellos que se encuentran en pleno proceso de desarrollo.

7. Porque los programas culturales y científicos temáticos de calidad, como “Canal Historia”, “National Geographic”, u “Odisea” (especiales felicitaciones a este último) , entre otros, sólo son accesibles a través de plataformas de pago, en Digital Plus ni siquiera se ofrecen en el llamado “paquete básico”. No cuestionamos, ni criticamos la política libre de una empresa legítima sino las dificultades de acceso a ese tipo de conocimientos por la población general que quizá no puede permitirse pequeños gastos extra. Sólo la 2 de TVE, nos puede consolar acercando la calidad y el conocimiento de manera generosa y gratuita.

8. Porque los valores triunfantes son los que hacen referencia al éxito público de muchos botarates, al poder, al consumo, y al dinero fácil y rápido en una sociedad cada vez más neurotizada y con menos tolerancia a la frustración, cada vez más infeliz.

Sin embargo es mucho lo que se hace y no se conoce, porque contar la labor meritoria de muchísimos profesores e instituciones públicas y privadas de nuestro país a favor de la educación, la ciencia y la cultura, en beneficio de una sociedad más humana, sensible, cultivada y solidaria, no tiene el mismo efecto en la audiencia, curiosamente cada vez menos cultivada en términos generales, que hablar de desastres educativos y, créanme, en esto España ocupa los primeros puestos del mundo.

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12 nov 2007

EMBARAZO, ALCOHOL Y TABACO

Prof. Tomás de Andrés. Dptº de Psicología del desarrollo y de la educación de la U.C.M. e-mail: tomandre@edu.ucm.es

Entre los llamados agentes teratógenos psicoactivos que más fácilmente se encuentran al alcance de la mujer embarazada, podemos contar con la cafeína, cuyo consumo moderado normal no parece presentar problemas destacables, pero también con el alcohol y el tabaco. Hay naturalmente otros como la marihuana, la heroína o la cocaína con peligrosas consecuencias. Pero no se encuentran tan al alcance y, en mayor o menor grado, requieren otro tipo de adicción. Pero ¡cuidado! también las sustancias inhaladas, pegamento o aerosoles utilizados con descuido, pueden llegar a ser responsables de daños encefálicos. Pensemos que los perjuicios pueden tener su efecto antes de que la mujer tenga conciencia de su embarazo.

Resulta evidente que el exceso de bebida alcohólica puede resultar terrible para el feto. Algunos bebés, en los casos de alcoholismo más extremos podrían llegar a presentar el llamado Síndrome Alcohólico Fetal que, además de discapacidad intelectual, suele incluir anomalías faciales, en los miembros y en el corazón.

Pero más allá de lo que parece evidente, interesa saber hasta qué punto el hecho de beber con cierta moderación puede llegar a influir en el correcto desarrollo fetal. Desde luego la moderación alcohólica no es responsable de ningún tipo de malformaciones pero, sin embargo, hasta el hábito moderado podría llegar a resultar perjudicial para el bebé.

Las últimas investigaciones apuntan a que los fetos expuestos al alcohol presentarían algún tipo de lesión en una zona específica del cerebro: la corteza frontal. Que es un área directamente vinculada con las capacidades de orientación cognitiva. Durante los cuatro primeros años se han observado en estos niños una disminución de sus capacidades de alerta y de atención. También más adelante podrían presentar ciertos problemas de la inteligencia y del comportamiento relacionados con la impulsividad y con la incapacidad de inhibición de respuestas. La causa podría deberse a los efectos del alcohol sobre las regiones frontales subcorticales responsables de las habilidades de inhibición de conductas.



Fumar, tanto de forma activa como pasiva, es también un factor de riesgo del desarrollo prenatal. Inviabilidad, prematuridad y bajo peso, son algunas de las consecuencias.

También, y a pesar de suponer un riesgo elevado, nos encontramos con mujeres que no pueden dejar de fumar durante el período de gestación. Según estadísticas norteamericanas más de un veinte por ciento de las embarazadas, siendo plenamente conscientes de la situación de peligro para su propia salud y especialmente para el feto, o sufren recaídas o no han conseguido superar su dependencia a pesar de sus repetidos intentos de abandono.

Pero el caso es que cuando se tratan temas relacionados con las dependencias se suele olvidar que el problema se encuentra principalmente, y esto es algo que no se tiene suficientemente en cuenta porque supone un mayor costo de tratamiento, en las causas que las provocan y condicionan.

El estrés derivado de la falta de control de su ambiente, la depresión y dificultades de la personalidad, y sobre todo la falta de una ayuda y orientación adecuadas, hacen que la dependencia sea un sustitutivo de los apoyos imprescindibles.

La nicotina, sustancia claramente adictiva en el caso del tabaco, podría ejercer algún tipo de acción antidepresiva, actuando sobre las endorfinas y cumpliendo, tal vez, una función significativa como opiáceo del cerebro que ayuda a relajar los conflictos personales.

No se trata, por tanto, sólo de atacar el hábito en particular sino de intervenir con eficacia psicoterapéutica en los factores psicológicos que arrastran a una mujer, sin poderlo evitar, al consumo de determinadas sustancias que actúan como peligrosos teratógenos.

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4 oct 2007

FRACASAR EN EL COLEGIO

Prof. Tomás de Andrés. Dptº de Psicología del desarrollo y de la educación de la U.C.M. e-mail: tomandre@edu.ucm.es

El curso acaba de comenzar y avanza, todavía, con ilusión. Se dice que nuestro país alcanza altos niveles de fracaso, hasta un 30% en la Enseñanza Secundaria Obligatoria; aún hay un mayor índice de fracasos en chicos que en chicas, aunque la tendencia es - en este sentido de modo lamentable - hacia la igualdad total.

¿Qué es lo que sucede? O dicho de una manera a mi modo de ver más acertada: ¿qué es lo que le sucede a quien fracasa?

Vivimos en la falsa cultura del éxito, alcanzarlo se convierte en la primera necesidad, la de ser el primero, la de conseguir los mejores puestos, los mejores beneficios y, sobre todo, con poco esfuerzo, sin otra motivación que pasar por delante de los demás, y, sobre todo, que los otros puedan comprobarlo.

En el colegio del Pilar -en el que yo estudié- las notas eran semanales, para mayor sufrimiento de los que entonces éramos niños. El director se pasaba por las clases para exponértelas, mientras el corazón se ponía a cien y se resecaba la boca. Luego se entregaban en cuartillas de imprenta en diferentes colores para presentarlas en casa. Si te las imprimían en color negro, no había remedio, tu condena al fracaso total era irremediable, entonces no estaba de moda el color morado, o malva, y éste era el que correspondía al siguiente nivel por la cola del oprobio. El verde no era buen color aunque mantenía su sentido de esperanza. El azul ya era otra cosa notable. El rojo un gran distintivo que hacía que destacaras de una manera más floreciente; pero las había también en color oro, el oro del éxito supremo, el oro que garantizaba un porvenir de matices semejantes, el color de los primeros de la clase.


Ahora vivimos en un mundo de escaparates dorados poblado de nubarrones negros.

Conocer las causas del fracaso supone aportar las claves para reducirlo ¿Pero es tan difícil conocer las causas del hundimiento escolar? A mí no me lo parece tanto.

Pensemos, en primer lugar, que nada hace fracasar tanto como el propio fracaso. Y es que si no se experimenta nunca ninguna sensación de éxito la losa que pesa sobre ti es absoluta, jamás te liberarás de ella.

Pero ¿no puede haber algo en lo que cada cual pueda ser reconocido de manera positiva y motivadora? En psicología del desarrollo se habla de “experiencias cristalizadoras” para referirse a aquellos momentos en el que nos sentimos íntimamente satisfechos por el reconocimiento de algo que habíamos hecho con ilusión. Ese instante puede marcar nuestro futuro, hacernos salir del atolladero de nuestra propia mala prensa, la que se nos crea cuando nos sentimos incapaces de llamar la atención sobre algo de lo que hacemos y creemos importante.

Tal vez para muchos padres, profesores o adultos en general, lo que un niño hace es porque tiene que hacerlo, puesto que se le exige en sus contenidos curriculares propios y no hay más que hablar.

Pero los niños se encuentran mucho más inseguros de lo que creemos, viven situaciones de inferioridad frente a un mundo que no comprenden del todo y en el que tienen que rendir cuentas, sienten un pánico atroz a ser menos que sus iguales y necesitan de nuestra ayuda para superar sus incertidumbres, su falta de control del ambiente que les rodea, sus dificultades y problemas. Sus temores y angustias.

¿Vamos a ayudarles haciéndoles sentir fuertemente sus fracasos? ¿Comparándoles, en condiciones de inferioridad, con sus compañeros?

Una vez que se han perdido en el laberinto no saben cómo salir de él. Tenemos que abrirles todas las puertas, antes de que sea demasiado tarde.

Los niños no sólo son pequeños de tamaño, también son débiles e inseguros frente al ambiente físico, social, laboral, económico y familiar que complica muchas veces las cosas. Viven las tensiones con una sensibilidad que muchas veces no somos capaces ni de concebir ni de tener en cuenta. No porque seamos personas desatentas o inclementes, sino porque el agobio también nos paraliza y no llegamos a conseguir, en la lucha del día a día, estabilizar todos los frentes.

Además nada ayuda a nuestro alrededor, la cultura de la idiotez anestesia las mentes, los héroes no son, precisamente, los que realmente hacen cosas por los demás y les ayudan a sacarlos de las dificultades, aquellas personas que trabajan por una sociedad mejor. Pero, algunos sabemos que el verdadero héroe, o heroína, es aquel, o aquella, que tiende una mano, que aporta recursos inteligentes para rescatar a los otros de sus propias trampas, quien sabe escuchar más allá de lo que oye, e intuye el camino para sacar adelante a quien más lo necesita.

¿No nos hemos puesto a pensar que tal vez la causa del fracaso, del retraso, de la indisciplina, de los prejuicios raciales y culturales, del acoso y de la violencia no se encuentra, precisamente, en el colegio?

¿Qué sufrimos un estilo de vida inauténtico, basado en valores a menudo inútiles para la verdadera satisfacción personal?

¿Qué el mundo que rodea a nuestros hijos, saturados de violencia audiovisual, de incesantes reclamos consumistas publicitarios, de modelos sociales impresentables, no les transmite más que mensajes bochornosos y ridículos?

Nunca ha habido mayores recursos técnicos para enfrentarse a los problemas de la educación como ahora. Nunca tantos y tan buenos libros, y conferencias y cursos, sobre convivencia y disciplina escolar, sobre las emociones y las inteligencias, sobre el desarrollo de competencias, sobre la orientación y las tutorías, nunca, a pesar de todo, tanto sentimiento de impotencia. ¿No será que el fracaso escolar responde a un generalizado fracaso de la ilusión social por un mundo mejor que hay que construir desde el colegio y con los esfuerzos de todos?

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18 sept 2007

LA MEMORIA DE LOS BEBÉS

¿Pueden recordar los bebés? ¿Podemos recordar las experiencias vividas durante nuestro primer año?

Prof. Tomás de Andrés. Dptº de Psicología del desarrollo y de la educación de la U.C.M.
e-mail: tomandre@edu.ucm.es


El recién nacido necesita de estímulos adecuados, dentro de los márgenes sensatos de la estimulación, ni poca ni excesiva, para su primer desarrollo cerebral. Por ello, los dos primeros años de vida son de especial importancia para el desarrollo de las redes neuronales de comunicación del cerebro, para el desarrollo de su personalidad y de sus capacidades intelectivas.

Durante el primer año utiliza sus sentidos para organizar sus experiencias y a partir de los tres meses comenzarán a ser capaces de relacionar lo que ven con lo que oyen, con una precisión que irá en aumento. ¿Te habías dado cuenta de que los bebés se pasan la mayor parte de su primer año escuchando y siguiendo con detenimiento todo lo que ocurre a su alrededor, mirando el mundo para ver cómo funciona? Muchas de esas cosas observadas, - sonidos, imágenes, sabores, olores y sensaciones táctiles -, pasarán a ser elementos significativos de su memoria primera. Para bien o para mal. Lo que explicaría que siendo mayores detestemos ciertas experiencias sensoriales y que nos sintamos atraídos por otras.

Las primeras acciones de un bebé son de carácter reflejo, pero a medida que éstos se adaptan a la experiencia se van adquiriendo los primeros hábitos; los primeros ejercicios que logran que, por repetición de las acciones, el cerebro reciba información no sólo de lo que el cuerpo va siendo capaz de hacer sino también de cómo se siente al hacerlo.

La memoria, esa función psíquica superior que permite la retención temporal de la información, empieza durante el desarrollo del primer año a codificar habilidades y sensaciones físicas y motrices. Si tiene hambre no succionará cualquier cosa: ya sabe, o recuerda, que sólo los pezones le pueden calmar esa sensación, que el chupete le entretiene y le alivia pero no le alimenta…

Después de los tres meses los bebés interactúan con personas y objetos buscando sensaciones interesantes; son capaces ya, a los cuatro, de recordar que determinado juguete o comida o presencia humana, no sólo siguen existiendo cuando no son percibidos sino que pueden además proporcionarle más o menos placer. Su memoria les permite anticiparse a las situaciones y esperar de ellas los resultados previstos.

El impulso de sus destrezas motoras y sensoriales durante el primer año les va a permitir una búsqueda activa de las situaciones y cosas deseadas pero también el encuentro inevitable con sorpresas desagradables y frustraciones.

Se aprende a prestar atención y a recordar lo que me gusta y lo que no, lo que me proporciona alegría o me pone triste, El recuerdo se hace cómplice de lo que somos y de lo que no somos, se hace partícipe en definitiva, del nacimiento de nuestra incipiente personalidad. A los tres años somos básicamente, en lo que a nuestra personalidad se refiere, lo que seremos a partir de entonces y a lo largo de la vida.

Evidentemente y de manera directa en el bebé funciona la llamada “memoria implícita”, una memoria muy sujeta a la adaptación sensoriomotriz, a la experiencia del entorno, especialmente durante el primer año. Una memoria orientadora que facilita la supervivencia y la superación de los errores.

Pero, curiosamente, los adultos tenemos muchas dificultades para recordar acontecimientos que van más allá del tercer año a no ser que se trate de algo que los familiares nos han contado o que hemos visto en imágenes familiares recogidas en nuestra infancia más tierna.

Este fenómeno natural recibe el nombre de “amnesia infantil”, no hace falta que nadie borre nuestros recuerdos como algunos pretenden ahora; los recuerdos, por gracia o desgracia, se suelen borrar solos. Se borran porque ya han cumplido la función de formar las bases de nuestra conciencia y de nuestro pensamiento o porque algunos nos hacen daños y somos capaces - solitos o solitas - por nuestros propios medios neuronales, de mitigarlos.

No sabemos si con las actuales pretensiones de castración cerebral, en esos dudosos (dudosos desde la perspectiva de la bioética) intentos farmacológicos de suprimir los malos recuerdos en un área del córtex prefrontal, se llegará a eliminar también la sombra que esos primeros recuerdos infantiles dejaron en el dibujo de los claro-oscuros de nuestra inicial personalidad.

Porque aunque hasta el segundo año no podamos hablar de “memoria explicita”, aquella que se hace consciente del pasado de los hechos y experiencias concretas, esas experiencias han dejado la huella sobre la que caminará en el futuro nuestra forma de ser.

Sí, las vivencias, experiencias, situaciones, acontecimientos de nuestro primer año suponen los cimientos, no visibles, pero indispensables de la arquitectura de las regiones de nuestro cerebro implicadas en el proceso de la memoria que sirvió, entre otras cosas, para dar los perfiles más íntimos a nuestra más oculta personalidad.

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6 sept 2007

AUTO AYUDA Y CONQUISTA RACIONAL DE LA FELICIDAD: RECORDANDO A ALBERT ELLIS

Prof. Tomás de Andrés. Dptº de Psicología del desarrollo y de la educación de la U.C.M. e-mail: tomandre@edu.ucm.es


A finales de Julio del 2007, con 93 años, murió en Manhatan, el paraíso en la tierra de los psicólogos clínicos, Albert Ellis. Había nacido en Pittsburg en 1913.

Ellis fundó el instituto que lleva su nombre y en el que tuvo que litigar amargamente en sus últimos años para no ser desalojado del mismo.

Este destacado psicólogo fue, en la década de los 50, autor y responsable del desarrollo de uno de los muchos recursos de auto ayuda que alcanzaron gran éxito entre sus consumidores clínicos y pacientes: la llamada “terapia racional emotiva conductual” o “Rational Emotive Behavior Therapy”, “R. E. B. T.” en sus siglas anglosajonas. Esta terapia parte de la convicción - que plenamente comparto - de que son nuestras propias ideas irracionales sobre nosotros mismos y nuestro entorno las que perjudican seriamente nuestras vidas y las causantes decisivas de los trastornos neuróticos de la personalidad.

Con su trabajo contribuyó a consolidar la reconocida “terapia cognitiva conductista” que ha supuesto el mayor referente de la práctica clínica psicológica para combatir los estados de miedo, los traumas infantiles o la depresión entre los seres humanos, superando en aceptación a la “terapia humanista” de Carl Rogers.


Frente a los largos y costosos psicoanálisis practicados por los seguidores, más o menos ortodoxos, de S. Freud - que exigían el reencuentro con las experiencias infantiles traumáticas- proponía, de acuerdo con las exigencias de los nuevos tiempos, una terapia más a corto a plazo, con una satisfacción positiva y con resultados más inmediatamente visibles para reorientar los impulsos emocionales dañinos.

Así pues, la recuperación del pasado, el empeño freudiano por encontrar necesariamente en la conciencia de la propia infancia el origen de nuestras dificultades psicológicas, podría resultar interesante pero se trataría de un esfuerzo demasiado engorroso para reparar los apuros, conflictos y sufrimientos emocionales presentes.

Desde su perspectiva cognitiva había que ayudar a los pacientes, que sufrían de algún tipo de neurosis o temor fóbico, para que comprendieran, en primer término, lo que realmente les sucedía y posteriormente enseñarles a superar las ideas irracionales, los errores absurdos de pensamiento que dañaban sus vidas y modificar, finalmente, su conducta hacia planteamientos personales más racionales y saludables. De este principio se desprenden dos de sus obras más interesantes: “How to live with a neurotic” (“Cómo convivir con un neurótico”) o “A new guide to racional living” (“Una nueva guía para vivir de un modo racional”). Se trata de obras de voluntad constructiva positiva que persiguen el empeño de superar los problemas afectivos y emocionales mediante el uso de la razón como el más eficaz de los recursos terapéuticos.


Ese es a mi modo de ver el gran aporte de las terapias psicológicas cognitivas: poner al sujeto en disposición de ser capaz de entender racionalmente, de manera rápida, práctica y eficaz, lo que les está sucediendo en sus vidas, de poner orden racional en sus emociones, precisamente en esos momentos en los que más requiere de la ayuda de los especialistas.

Consciente también de que la psicología no podía dejar a un lado la problemática familiar, social y económica escribió un libro para la conquista de la satisfacción matrimonial: “A guide to successful marriage” (“Guía para un matrimonio feliz”) Una guía para lograr, desde un compromiso mutuo de fidelidad, el éxito y el ajuste social y personal.

Pero Ellis tenía claro que sin una dosis de auto ayuda, de voluntad personal, de acción decidida, de aceptación personal incondicional por parte del paciente, para enfrentarse con sus propios traumas, con sus lesiones psicológicas más dolorosas, poco se podría realmente llegar a hacer; pero de lo que también estaba seguro, como yo mismo lo estoy, es de que ese empeño tenía que ser propiciado y orientado por el propio terapeuta.

Y es que la auto ayuda sirve, pero sirve de poco si no se desenvuelve en un contexto psicológico clínico de calidad.

Cuando el paciente se decide a afrontar sus conflictos, con el libre uso de sus facultades racionales, necesita del apoyo inicial del especialista para no desfallecer y acertar con el camino adecuado para superarlos.

Es el especialista quien le proporcionará las claves de entendimiento necesarias para descubrir las trampas de la propia irracionalidad que impiden su progreso, el camino de salida de su complejo laberinto emocional. Generalmente puede tratarse de neurosis que tienen su origen en las perturbaciones de las relaciones humanas, que tan a menudo se manifiestan en formas diversas de rivalidad destructiva, debilidad del propio carácter, complejo de inferioridad, envidia o menosprecio de los demás, y que parten de una insana concepción irracional del entorno y de la propia existencia personal.

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11 jul 2007

NIÑOS CAPRICHOSOS Y ANIMALES ABANDONADOS

Con el verano y las vacaciones surge un problema inesperado: ¿Qué hacer con las mascotas que se regalaron a los niños por navidad o con motivo de un premio o un cumpleaños. En algunos casos la solución, si a eso le podemos llamar solución es el abandono del pobre animal, que aclimatado a vivir en familia tiene escasas posibilidades de sobrevivir fuera de ese ámbito.

Le prometí a nuestra amable lectora Carmen, de la asociación protectora “prodean” tratar este tema en el blog y así lo hago. Incluso ella me ha facilitado algunas ideas interesantes que nos pueden ayudar a comprender el problema.

Es verdad que el abandono puede ser más o menos cruel, no es lo mismo dejar el animal al amparo de una protectora que de una simple perrera, mucho peor si la calle es el destino fatal. Pero en cualquiera de los casos el sufrimiento psicológico del animal está garantizado. Sí, hay una psicología animal, y los animales, especialmente los perros, pueden padecer angustia, tristeza y depresión, más aún si les hemos amoldado a nuestras formas de ser, actuar y de sentir.

Puede que al niño se le haya pasado el capricho y que no sienta especialmente esa desvinculación, en ese caso nos encontraríamos con el problema de una mala educación que incluye la falta de responsabilidad con un ser vivo, o puede que el niño sienta dolorosamente la pérdida de su mascota y en este caso estaremos haciendo un daño psicológico doble. En el caso concreto del niño provocaremos en él una especial angustia de separación.

Si un niño se encapricha con algún animal los padres tienen que hacerle ver, y sentir, que está adquiriendo la importante responsabilidad de cuidarlo en las mejores condiciones posibles. Un animal no es un simple objeto de consumo y como ser vivo es portador de derechos y necesidades. “El animal – nos dice Carmen – puede acabar pagando el capricho del crío”, “Se dan antojos a los niños, pero luego los padres son incapaces de hacerles asumir la responsabilidad de cuidar del animal”.


Los niños han de aprender a comprender, conocer y respetar plantas y animales. También las cosas. Han de educarse en el respeto de la naturaleza que es la mejor garantía para comenzar a aprender hábitos de convivencia y de paz.

Hay que meditar, prever y considerar las consecuencias del acto de acoger una mascota, más allá del mero antojo pasajero ya que se trata, en realidad, de ampliar significativamente la familia que va a ser el medio natural en donde va a desarrollar su existencia.

Los animales, especialmente los perros, pueden ser unos excelentes compañeros de juego de los niños y como compañeros fieles y afectuosos forman parte activa y significada de la familia, con la que comparten vicisitudes, alegrías y tristezas.

El abandono es a fin de cuentas una forma cruel de violencia ya que las posibilidades de sobrevivir en un medio adverso y desconocido, para el que el pobre animal no se encuentra preparado, va a resultar muy difícil.

Animales abandonados en lugares de tránsito pueden incluso llegar a provocar accidentes a otros seres humanos.

Las especies exóticas, trasladadas caprichosamente de su entorno natural originario, pueden invadir y crear auténticos desastres medioambientales.

Los animales salvajes dependen de su entorno propio y los domésticos de su estricto entorno familiar. El conocimiento de las costumbres y de los hábitos de las especies animales, eso a lo que se le llama “etología” debería de formar parte de los conocimientos adquiridos en la infancia escolar.

Hay que amar a los animales pero también hay que decir que esa pasión no ha de olvidar el respeto y el afecto por los seres humanos de buena fe.

Hay que cuidar, en efecto, a los animales y también a los niños, niños que en algunos casos desgraciados padecen también en formas diversas el abandono y el desamparo. Hay animales de ricos propietarios, o no tan ricos, que viven mucho mejor y se alimentan mejor que millones de niños en el planeta. Esa debería ser también una cuestión para la reflexión.

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