EDUCAR BIEN CON TOMÁS DE ANDRÉS TRIPERO

22 mar 2007

VER Y APRENDER

La idea que orienta el congreso Infancine 2007


Soy el director del proyecto Aula Abierta Infancine que se desarrolla, entre otros espacios, en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid. Nuestro objetivo es crear una fuente de investigación, documentación y producción experimental de multimedia educativo y de cine documental de raíces culturales y expresivas genuinamente propias.

El Siglo XXI es y será, cada vez más por naturaleza propia, el siglo de la imagen audiovisual y del conocimiento a través del Aprendizaje Multimedia.

Por este motivo es preciso que nos planteemos si entre todas las posibles inteligencias “múltiples”, que inicialmente fueron descritas por Gardner, podríamos considerar una nueva forma de inteligencia, especialmente significativa para los tiempos que vivimos, y hemos de vivir, a la que podríamos llamar: “inteligencia fílmica” o “inteligencia audiovisual” o incluso mejor: “inteligencia multimedia-digital”. Hace, al menos once años que ha emergido el novedoso campo del aprendizaje multimedia, lo que se conoce en términos anglosajones como “Multimedia learning”; y ha surgido como una disciplina coherente y necesaria, pero nunca – hasta la propuesta que hoy hacemos aquí, como aportación fundamental de este congreso - había sido concebida, sintetizada y organizada como una disciplina necesaria desde la perspectiva psicopedagógica.


Once son también los años que ha cumplido el proyecto de investigación psicopedagógica y de creación experimental multimedia, en el contexto de la Universidad Complutense, que se conoce como “Proyecto Infancine”.

En primer lugar y para saber de lo que estamos hablando habría que definir qué es “Aprendizaje Multimedia”. Es sencilla y evidentemente aprendizaje, tanto de palabras habladas o escritas, como de imágenes: ilustraciones, fotos, gráficos, animación, cine o video. Sin olvidar el papel educador de la expresión sonora musical y de sus correspondientes manifestaciones artísticas.

Ahora todos aprendemos, sobre la base cada vez mayor de los soportes digitales, palabras e imágenes. Y eso está bien, otra cosa es qué tipo de palabras e imágenes aprendamos, cuándo y cómo las aprendemos. Ha llegado pues el momento de los desarrollos multimedia al servicio de la educación. Ha llegado el momento de que los educadores reaccionen. Es el momento de las presentaciones “on-line” de carácter instruccional y de las lecciones interactivas, o de las presentaciones power point, para las que se requiere, como debería parecer natural, el desarrollo de una “psicología de la instrucción on-line”, como una nueva disciplina psicopedagógica para los tiempos que corren.

¡Y cómo no!, el momento de intervenir educativamente, con urgencia y decisión, en la simulación de juegos y en una realidad virtual, que va más allá, incluso, del 3-D. Se trata de toda una forma de expresarse y de acceder al conocimiento que, hoy por hoy, parece encontrarse necesitada de una profunda investigación en el contexto de la pedagogía y de la psicología actual.
¡Y qué duda cabe!, estamos asistiendo, a pesar de la apatía reinante, al más espectacular desarrollo de una nueva forma de expresión del conocimiento, de la comunicación y, sobre todo, de la inteligencia humana.

El reconocimiento científico y experimental de esta “nueva forma de expresión de la inteligencia” nos ayudaría a descubrir los procesos psicológicos de aprendizaje de los nuevos sistemas de acceso al conocimiento. Ha llegado el momento de diseñar novedosos modelos de instrucción y aprendizaje.

Se trata, en definitiva, de vincular el recurso multimedia de aprendizaje con las aportaciones que provienen de la psicología cognitiva y de la instrucción. Se hace necesario, entre otras cosas, evaluar la capacidad de comprensión del documento visual y sonoro para enseñar a los niños a utilizar con habilidad, pero también con capacidad de entendimiento, esa forma de inteligencia que les permita convivir acertadamente con la imagen, incluso desde los primeros años de su desarrollo.

Según J. S. Coleman (1966), en su estudio Equality of Educational Opportunity (Washington DC., U. S. Department of Health Education and Welfare) sólo un 30% del conocimiento vendría configurado por los esfuerzos educacionales en ámbitos escolares, mientras que el otro 70% sería aportado, para bien o para mal, por los otros componentes de esa compleja sociedad e industria “educadora o deseducadora” de la comunicación y de la información multimedia.

Pero aún queda otra cuestión: que se tenga acceso al conocimiento, por medio de una inmensa biblioteca real o virtual, de Internet, no significa que se adquieran conocimientos. Sentarse en una biblioteca o ante un ordenador no da, desde luego, la sabiduría.

El caso es que, junto a la magnífica cosecha de información disponible y accesible, nos encontramos, en muchas ocasiones, con la ineficacia de su aprovechamiento y la ignorancia generalizada de sus usuarios. Nuestra civilización posee, en efecto a través de Internet, y de otros muchos recursos multimedia, un enorme cúmulo de conocimientos, pero cada individuo sólo tiene acceso real - en proporción a su preparación básica - a una fracción mínima de ellos. Se nos presenta, de esta manera, una civilización extraordinariamente capacitada para acceder a la sabiduría, de un modo global, pero poblada por una inmensa masa de ignorantes; y esa brecha, entre “lo que la abstracta globalidad sabe” y lo que puede llegar a saber cada uno de sus miembros reales, va a seguir forzosamente aumentando a un ritmo de vértigo.

He aquí la cuestión: jamás podremos cerrar la llamada “brecha digital”; no podemos saber ni dominarlo todo, ni siquiera en un campo concreto y escueto del saber: ¿qué es entonces lo que, como educadores, podemos hacer? A pesar de las situaciones difíciles, los educadores, gracias a los medios proporcionados por los nuevos recursos, podemos y debemos hacer muchas cosas.

1. Facilitar el acceso al conocimiento de todos, con independencia del lugar en el que la escuela se encuentre situada. Si no cerrando, cosa imposible, sí al menos tratando de aproximar cuanto podamos los dos márgenes de esa brecha digital.

2. Concebir escuelas con Aulas Abiertas al Mundo. Dotando a dichas aulas de los medios más convenientes para esa propósito: conexión permanente a Internet, pizarras digitales, un ordenador que realice eficazmente las funciones de servidor de centro, red inalámbrica que conecte a todos los tableros digitales de la clase y que permitan la movilidad, la autonomía y la interacción.

3. Integrar los curricula, promoviendo la creatividad y el trabajo colectivo en equipo, en un entorno en el que las TICs son un instrumento habitual en todas las disciplinas.

4. Enseñar a los alumnos a transformar la información en conocimiento y el conocimiento en saber vivir y actuar. Y para ello hay que desarrollar habilidades críticas de análisis de la información, seleccionándola e integrándola en esquemas previos de conocimiento, generando así otros nuevos.

5. Derribar los muros de los prejuicios y de la intolerancia, en escuelas que son, por pura lógica de la actual geografía humana, diversas, multiculturales e interculturales. Escuelas de Convivencia y de riqueza cultural compartida.

6. Participar en la construcción de un proyecto escolar de éxito en sus logros y de calidad en el trabajo, la dirección y la organización. Articulando coherentemente los recursos informáticos y audiovisuales en una síntesis, más razonable y operativa, de recursos multimedia

Estos principios son generalmente compartidos en todo nuestro entorno educacional, pero su aplicación no es tan sencilla como parece. Se hace necesario una profunda transformación de la escuela: la creación de una nueva escuela de la convivencia: intercomunicada, humanista, tecnológica y científica.

Una escuela con novedosos canales de acceso a la información, y en la que no se olviden aspectos tan necesarios y decisivos como:

1. La formación integral de la persona, en sus aspectos psicológicos e intelectuales.

2. La estimulación de su sensibilidad, tanto para apreciar la belleza y la cultura artística y literaria como para cuidar de la naturaleza.

3. Contribuir a crear definitivamente una nueva escuela que sea capaz de crear un fuerte rechazo de cualquier forma de violencia y una intensa empatía con el padecimiento de las personas.

Los colegios han de convertirse en lugares de amplia formación personal pero también con una gran fuerza competitiva para educar en destrezas que ya no son de futuro sino de presente inmediato. Antes se educaba para el día de mañana ahora la urgencia nos obliga a dar respuesta a un presente que cada vez más rápidamente se adentra en un futuro desbordante de nuevos retos y complicaciones para el ciudadano común. Y aún quedan muchas preguntas en el aire que necesitan respuesta inmediata.
1. ¿Hasta qué punto mejoran realmente los multimedia la capacidad de aprendizaje de los alumnos?

2. ¿En qué medida mejoran la capacidad de solución de problemas?

3. ¿Resultan más eficaces a la hora de promover nuevas perspectivas o novedosos horizontes culturales?

4. ¿Ofrecen realmente mayores oportunidades para el trabajo cooperativo?

5. ¿Facilitan el acceso solidario y la tolerancia positiva ante otras culturas?

6. ¿Serán capaces realmente de abrir el aula a un mundo sin barreras?

7. ¿Podrán las TICs, finalmente, contribuir también eficazmente al desarrollo de los pueblos menos aventajados?

La inteligencia y la comprensión audiovisual en el colegio - desde la formación infantil hasta la etapa adolescente - así como los programas destinados a obtener un mejor uso psicoeducativo de los múltiples recursos multimedia, se presentan entonces como uno de los objetivos fundamentales de la enseñanza en este siglo que avanza con rapidez.