EL BEBÉ PUEDE OLER EL AMOR Y EL RECHAZO
Nuevas claves para comprender el desarrollo infantil temprano
Resumen.
Partiendo del concepto de “calidad del apego” de S. Bowlby y de M. Ainsworth, y teniendo en consideración los recientes descubrimiento sobre el olfato y la precocidad de los sistemas perceptivos, comunicativos y adaptativos del recién nacido, se ofrecen las claves del reconocimiento olfativo del grado de calidad del vínculo recién establecido entre madre y niño. Hay un reconocimiento sensorial - en un inicial y trascendental período crítico -del afecto, o de su ausencia, que podría resultar determinante para el posterior desarrollo cerebral del neonato.
Abstract.
Starting of the concept of "quality of the attachment" of S. Bowlby and of M. Ainsworth, and having in consideration the recent discovery on the olfaction and the precocity of the perceptive, communicative and adaptatable systems of the newborn, the hypothesis of a possible smell recognition of the level of quality of the recently established bond settled down between mother and child. There would be a sensorial recognition - in an initial and trascendental critical period - of the affection, or of its absence, that could be decisive for the later cerebral development of the newborn.
Nadie dudaría de que el afecto temprano sea básico para un buen desarrollo infantil. Esto lo hemos sabido siempre. Pero ahora tenemos las claves científicas necesarias, no sabemos si son aún suficientes, para mantener hipótesis que en algunos momentos podrían considerarse arriesgadas.
La historia se remonta a los primeros pasos dados por un médico y psicoanalista británico: John Bowlby que poseía una significativa experiencia clínica con niños que se encontraban con grandes dificultades y necesidades afectivas. Esta situación le condujo a preocuparse, de una manera novedosa en su momento, por la correlación entre la privación afectivo-maternal y sus efectos en el desarrollo emocional posterior.
De esta manera llevó a cabo el desarrollo de una teoría sobre los vínculos afectivos que aportaría a la psicología del desarrollo la idea original de una “pulsión”- en el sentido psicoanálítico - de apego primario que dio lugar al fructífero y popular concepto del niño recién nacido como buscador de figuras de apego afectivo. El apego se manifestó sí como “un tipo muy especial de relación socia tempranal” entre el bebé y su inmediato entorno afectivo. De esta manera se establece lo que se denominó “vínculo de afecto” (Bowlby, 1969), condición indispensable para que el desarrollo nervioso de los primeros días pudiera transcurrir con normalidad.
Fue de esta manera como el apego comenzó a interpretarse novedosamente, como un factor decisivo de la emoción infantil a lo largo del primer año. Todos los avances cognitivos afectivos y psicomotores del primer año significaban para Bowlby la aparición de un complejo sistema coordinado de percepciones, emociones biológicas, destrezas y capacidades para obtener, a toda costa, un intenso contacto del niño con su madre. Este proceso fue descrito, según este autor, por una serie de fases continuadas tales como: sensibilidad social indiscriminada, sensibilidad social diferenciada y, finalmente, apego centrado en la figura materna.
Una mujer llamada Mary Ainsworth contribuyó valiosamente a la verificación experimental de muchas de las hipótesis y teorías de Bowlby, así como a difundirlas con unas renovadas perspectivas que fueron muy útiles y necesarias para crear nuevas hipótesis sobre esta decisiva cuestión. M. Ainsworth y su equipo de colaboradores (1978) aportaron ideas nuevas sobre la calidad de los procesos infantiles de adaptación, particularmente sobre el tema de la calidad del apego. Como la calidad de la conducta de apego puede resultar muy variable, en virtud del tipo y de las características de las influencias exteriores, diferenció básicamente entre apego seguro o inseguro.
También suponía, por otra parte, una novedosa aportación para la psicología temprana, la idea desarrollada por ella del miedo primitivo al extraño.
Main y Salomón (1986), continuando por esa misma línea de trabajo nos brindaron la idea de apego desorganizado o desorientado; una precisión conceptual que ha dado sus frutos experimentales en trabajos recientes (Hertsgaard y otros, 1995)
Todas las aportaciones de la investigación actual reconocen, sin lugar a dudas, una sorprendente y extraordinaria antelación y precocidad de los sistemas sensoriales, comunicativos y adaptativos del neonato.
El niño se reconoce hoy, en efecto tal y como señalaran Bowlby y Ainsworth, como un diligente, dinámico y eficiente buscador de figuras de apego, una actividad que se manifiesta como expresión de una necesidad primordial y original que garantice la supervivencia biológica.
Hoy día y sobre la base de significativos estudios científicos podemos afirmar, sin lugar a dudas, que el sistema sensorio-perceptivo-atencional y comunicativo del recién nacido, a través del cual interpreta la calidad de sus primeros vínculos adaptativos, parece encontrarse mucho más adaptado, capacitado y organizado de lo que en un principio se había erróneamente considerado.
En mi opinión, el apego se va ir configurando sobre el fundamento de la valoración instintiva que el bebé hace sobre la calidad de su inserción medioambiental y en relación con ella.
Esta circunstancia le va a proporcionar esa vital “experiencia subjetiva de seguridad básica” necesaria en los primeros pasos de la vida humana. En caso contrario, una peligrosa inseguridad temprana podría tener importantes consecuencias para el desarrollo neurológico y psicológico posterior.
Las últimas investigaciones de Richard Axel y Kristen Scott en Columbia y de Charles Zuker en la universidad de California (2004) - basadas en estudios anteriores de Peter Clyne y John Carlson de la Universidad de Yale –, sobre la lógica olfativa y gustativa de insectos y mamíferos, subrayan la desatendida, por no decir despreciada, contribución del canal olfativo como una fuente muy precoz, elaborada y compleja de discriminación y de información neurológica que remonta sus orígenes a más de quinientos millones de años y que viene predeterminada por una familia recién descubierta de genes que codifican los receptores gustativos y odoríferos.
Recientemente se empieza a descubrir, de la mano de estos investigadores, cómo los insectos y los mamíferos han sido capaces de reconocer determinados olores camuflados en un ambiente de decenas de miles de olores diferentes. Capacidad que se ha mantenido, como un recurso de adaptación y supervivencia, a lo largo de toda la evolución de las diferentes especies, incluida, naturalmente, la humana
Por otra parte, estudios recientes con bebés revelan que, ya muy precozmente, son capaces de disponer - a través de una eficaz representación del mundo sensorial en su cerebro - de indicaciones perceptivo-sensoriales muy sutiles y precisas para organizarse una imagen de su medio y actuar sobre él. Muy pronto, efectivamente, asimilan el olor, el sabor, el aspecto visual y los sonidos de quienes les tratan, protegen, amparan y atienden.
Probablemente también, añado, serán capaces de tener una percepción olfativa de quienes les maltratan y les desatienden.
Numerosos experimentos sobre la olfacción en el recién nacido, manifiestan que, desde la primera semana postnatal, los recién nacidos pueden desarrollar una memoria olfativa funcional apta para la captación de un diverso repertorio de moléculas olorosas volátiles emitidas por el pecho de la madre durante el período de lactancia, de tal manera que la areola podría cumplir una función básica de comunicación olfativa con el bebé.
La areola es, en efecto, una parte fundamental del cuerpo materno que entra en contacto diario con el epitelio olfativo del niño, en el techo de la cavidad nasal, y que dispone de unos cinco millones de neuronas olfatorias que distinguen las diferentes sustancias odoríferas, las interpretan y transmiten la consiguiente información al cerebro. Por su parte la areola, con sus glándulas sudoríparas, corpúsculos de Montgomery y glándulas lactíferas, como estructura orgánica goza de una disposición odorígena muy particular que, de hecho, cumple – según sostenemos - una decisiva función de comunicación olfativa compleja.
Su extraordinaria disposición vascular, con una temperatura notablemente más elevada que la del resto del pecho, permite que sea factible la adecuada evaporación de las moléculas olorosas. Se trata, además, de un medio de difusión térmica que es capaz de dar respuesta condicionada al estímulo exógeno del llanto del niño, facilitando, desde un punto de vista ecológico, el apego y la creación del vínculo afectivo-biológico.
Por tanto no cabe duda de que la madre es olfativamente reconocida a través de ese complejo reconocimiento de señales quimio-sensoriales que son captadas, organizadas y reconocidas por los receptores odoríferos, proteínas receptoras que se encuentran en unos cilios presentes en la superficie celular neuronal. Este reconocimiento ha sido recientemente descubierto por medio de complejas técnicas de biología molecular, Cada neurona olfatoria del epitelio se cubre de unos 10 cilios que se proyectan sobre un mucus muy fino situado en la superficie celular. Tales cilios seleccionan y agrupan las moléculas odoríferas para organizar la información que transmiten al cerebro.
Se trata, por tanto, de neuronas que distinguen las diferentes mezclas de sustancias odoríferas que dan lugar a los olores.
Esa información es de importancia vital para estimular y optimizar esa comunicación con el bebé, facilitando el apego y el contacto psico-físico. Hay una capacidad de discriminación de la información olfativa que requiere de los correspondientes mecanismos sinápticos y neuronales para que el bebé sea capaz de distinguir e interpretar por el olfato qué tipo de receptores han sido activados por un determinado olor.
Se trata de una información que es representada por el cerebro en desarrollo del niño y, en nuestra opinión, éste se haya por tanto en condiciones de identificar si su nicho odorífero proporciona o no un ambiente ecológicamente favorable: “un ambiente de calidad olfativa” necesario para superar un período especialmente crítico del desarrollo temprano.
Partiendo de estos supuestos – y esta es una de nuestras más significativas conclusiones - sería más que posible suponer que los lactantes, de muy pocos días, o simplemente recién nacidos, podrían, a través de los glomérulos olfatorios activados que informan al cerebro, detectar, por el olfato, la indiferencia afectiva, el rechazo, o la agresividad, si la hubiere, de sus madres; naturalmente también la atención, la dedicación y el afecto biológico.
Serían capaces, por lo tanto, de codificar una determinada configuración odorífera que conduciría a comportamientos específicos de integración o de rechazo del medio ambiente con el que interactúan. Serían capaces, por tanto, de aprender y asociar determinados olores con sus correspondientes estímulos sensoriales. Vemos cómo quienes cuidan al bebé ofrecen, de esta manera, estímulos sensoriales sobre los que el niño cree su particular “sistema de categorías” para valorar la calidad de su inserción medioambiental. Su- diríamos - “performance” ambiental.
En esta línea nos aventuramos a establecer la hipótesis de que tal vez pudiera darse un período crítico, con mayor significación a partir de la primera semana, durante el cual el bebé podría encontrarse en condiciones de "evaluar" instintivamente sus propias condiciones ambientales de seguridad, o dicho de otra manera, que fuera capaz de percibir, de "oler el afecto o la inseguridad", lo que avalaría las hipótesis iniciales de los autores anteriormente referidos al respecto.
Se trataría de lo que se hemos propuesto y designado como un "test biológico de inserción medio-ambiental". Los resultados negativos de la prueba podrían ser determinantes de muchos trastornos de comportamiento, emocionales y afectivos posteriores. (Andrés, 2003-2004)
Quizá de este modo podrían ser detectadas hasta las formas más sutiles de rechazo de la madre hacia el bebé, tratadas por R. A. Spitz (1945) en su conocido libro: “The first year of life”.
La hipótesis de los períodos críticos sugiere, tal como indicamos, la posibilidad de que el cerebro de un animal posee una estructura que se encuentra determinada, configurada, por los estímulos externos recibidos durante el período neonatal. Durante un determinado período crítico el patrón de actividad neuronal generado por tales aferencias, positivas o negativas, podría incluso condicionar las conexiones tálamo-corticales posteriores y los estudios neurológicos sobre la sensibilidad olfativa como medida del deterioro cognitivo no han hecho más que comenzar.
Lo que sí se ha podido constatar es que las aferencias negativas, de toda índole, provocan un incremento del estrés como respuesta a la sensación de falta de control ambiental. Estrés que, expresado en incapacidad atencional, hiperactividad, impulsividad y ausencia de autocontrol sobre el entorno, puede llegar a ser perfectamente observable en los niños más pequeños. Lo que parece indiscutible es que a mayor control de la situación menor estrés.
La relación entre apego, afecto temprano y desarrollo de la personalidad ha sido, de este modo, desvelada por la psicología temprana y la neurobiología actual. También por nuestros recientes descubrimientos del genoma humano, en el que al menos un cinco por ciento de los genes podrían cumplir misiones de discriminación y de comunicación olfativa.
Para saber más sobre este tema:
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15 Comments:
La relación de apego y el vínculo afectivo que crean los padres con su bebé es muy importante a la hora de su desarrollo en general, puesto que si se diese la carencia de afectividad, el bebé podría padecer problemas de desarrollo, tristeza y retraso del crecimiento. Esto es algo de vital importancia para el bebé, sentirse querido, arropado, sentir el calor de sus padres…Según estudios de investigación, podría ser posible que el bebé percibiese a través del olfato el amor y el rechazo de sus padres, familiares o personas de su entorno.
En relación con el tema, con respecto a los animales, todos hemos escuchado alguna vez que los perros pueden oler el miedo de las personas. En alguna ocasión nos hemos encontrado en la situación de cruzarnos con un perro desconocido y nos han alertado con esta típica frase: “Si ve que le temes te atacará, porque los perros huelen el miedo”. Todos sabemos que el olfato canino es capaz de detectar y distinguir miles de olores, muy por encima de los que detecta el olfato humano, es más, sólo necesita una mínima cantidad de olor para su identificación. Por otra parte, el organismo humano, ante situaciones concretas produce sustancias olorosas concretas, por ejemplo, las feromonas en el caso de excitación sexual. Cuando la situación es de peligro, el organismo produce una hormona a través de la hipófisis, que pasa al torrente sanguíneo y que es directamente responsable de la aceleración cardiaca, la dilatación de las pupilas, el cambio del ritmo respiratorio, etc. También se produce inconscientemente adrenalina. Ambas sustancias con su correspondiente, e identificable olor para un perro, por ligero o insignificante que éste sea. El perro al percibir estos olores los interpreta como “posibilidad” de ser atacado; como reacción a ésto se prepara para el ataque. Los perros perciben, por tanto, ciertos olores como una señal de alarma. En este sentido, ¿este olor podría entonces ser percibido también por los bebés?, ¿podrían tener una capacidad olfativa similar?, ¿y si verdaderamente pudiesen distinguir con el olfato el amor o el rechazo?.
Se sabe que son capaces de distinguir el olor de la madre, el olor de su pecho para alimentarse, pero…un sentimiento como el amor o rechazo, ¿podría producir alguna sustancia que percibiese el bebé?.
Podemos pensar que los bebés al estar en pleno desarrollo tienen los sentidos a flor de piel, es más, puesto que no tienen la vista totalmente desarrollada, los recién nacidos cuentan con una óptima percepción de los olores, se encuentran en un mundo que para ellos está aún desenfocado, la vista del recién nacido es más bien escasa y otros sentidos como el olfato o el oído los tiene más desarrollados como compensación a esa carencia visual momentánea. Pero, ¿es tal el desarrollo olfativo, como para llegar a percibir los sentimientos a través del olor?
En definitiva, si esto fuese así, esa capacidad olfativa tendría sus ventajas y desventajas, desde mi punto de vista. Por una parte, sería un problema, ya que si el bebé pudiese diferenciar por el olor el estado de la madre; por ejemplo, si ésta estuviese pasando por una mala racha de depresión o estrés, esto acabaría influyendo negativamente en el desarrollo del bebé, al igual que sería negativo para él poder percibir que le rechazan. Por otro lado, tendría su lado bueno, dado que sería muy positivo para el bebé poder sentir el amor de sus padres con tanta intensidad, siendo algo muy favorecedor a la hora de su desarrollo. También, este avance sería algo extraordinario, todo un aprendizaje nuevo y un gran avance científico… incluso si esta capacidad perceptiva se pudiese desarrollar hasta la vida adulta, nos encontraríamos ante todo un privilegio para el ser humano. Se podría reconocer a las personas que realmente te quieren, a las que gustas o a las que desagradas… simplemente con olerles.
Vanessa Vizuete Gómez, 2º Pedagogía, M2
En persa "bujah" significa olor y amor y, por tanto, esta doble definición me sirve para abrir este comentario:
Antes de nacer, madre e hijo ya han establecido vínculos y tras el parto el bebé se relaciona con su madre y con su entorno a través de los sentidos, muy en especial, mediante el olfato.
Estos estímulos olfativos están muy presentes en la relación entre el bebé y la madre, ya que están relacionados de manera estrecha a la alimentación, al contacto físico, en definitiva a la satisfacción de las necesidades del niño, ya sean de carácter básico u afectivo.
Por ello, este vínculo hace que haya un periodo muy importante de reconocimiento por parte del niño sobre el afecto o no por parte de la madre.
De esta manera, el bebé puede reconocer el cariño o rechazo por parte de la figura materna.
Lo más destacable es, esencialmente, que esto puede influír en el posterior desarrollo cerebral del niño, ya que "el afecto es un elemento clave para el desarrollo infantil".
En el texto, se hace referencia a la "teoría sobre los vículos afectivos" de John Bowlby, la cual, desarrolla la idea del "APEGO":
El bebé,según nace se convierte en buscador de figuras de apego afectivo, la cual encuentra primeramente en su madre, mediante el vínculo olfativo, anteriormente nombrado.
El apego, se podría definir como un tipo de relación entre el recién nacido y su entorno, que sienta las bases de su experiencia de seguridad básica.
De este modo, el bebé, gracias a los sentidos, en especial al olfato, puede crear una imagen de su medio para actuar en el, asimilando el aspecto, olor, etc de quienes le protegen, de quienes le proporcionan esa seguridad básica, esa figura de apego afectivo y de la misma manera podrá tener una percepción olfativa de quienes no.
De esta manera, con la aparición del concepto de apego, aparece también el de "miedo primitivo al extraño", que no es más que una reacción del niño basada en su experiencia de seguridad básica.
El apego, pues, se configurará según esa información, según esa valoración primera que el bebé hace sobre sus relaciones con el entorno.
En definitiva, se podría concluír que el neo nato podría detectar, mediante los sentidos, en este caso, mediante el olfato, el rechazo, la indiferencia afectiva... y viceversa.
AIDA MORATÓN GÓMEZ 2º PEDAGOGÍA M2
Me sumo a la idea de que tanto el afecto temprano como el rechazo, son dos aspectos decisivos en la personalidad del bebé.
Algunos psicólogos atribuyen inseguridad, dependencia y demás rasgos de la personalidad a las primeras fases de su desarrollo. Considero que el afecto aportará para la configuración de una personalidad equilibrada, estable... y por lo tanto, el apego ayudará a forjar el desarrollo del niño, ya sea emocional, perceptivo... de una forma positiva en su personalidad y facilitará el desarrollo de una organización interna estable.
Una falta de apego, crearía ansiedad, angustia, inseguridad en el niño...., y que eso poco a poco configurará una determinada personalidad, posibilemente una personalidad poco estable.
Con relación al apego, Mary Ainsworth ( citada en el artículo) y sus colaboradores realizaron un Modelo de Funcionamiento Interno, dónde se establecían 3 criterios:
-El apego ansioso-evitativo, que se interpreta como si el niño no confiara en el cuidador y muestra poca ansiedad durante la separación de este.
-El apego ansioso-ambivalente / resistente dónde el niño sufre ansiedad durante la separación, pero no se tranquiliza tras reunirse con él.
-El apego seguro dónde aparece ansiedad de separación y una seguridad al volver a encontrarse con el educador
-El apego desorganizado y desorientado
Estoy de acuerdo en que los bebés asimilan el olor, el sabor, el aspecto visual y los sonidos. De hecho, uno de los ejemplos explicados en clase y además, al cual hace referencia el artículo, es que al poco tiempo de nacer, los bebés son capaces de reconocer quien es su madre, a través del olor de la aureola de la madre, con esto queda muy claro, que el bebé reconoce, distingue e interpreta a través del olfato, ciertos elementos de su entorno. Y por último, creo que todo esto es necesario para superar un periodo muy importante en el desarrollo temprano.
Tatiana Saavedra Gallardo 2º pedagogia
El bebé establece el vínculo afectivo con la madre desde el vientre materno, a través del olfato.
Este vinculo olfativo entre madre-hijo, hay un reconocimiento sensorial que ayuda al desarrollo del niño.
A través del olfato el bebé siente el afecto o el rachazo de su madre desde el primer momento que nace.
John Bowlby ha estudiado la correlación afectivo maternal y sus efectos en el desarrollo emocional del bebe. En su “Teoría sobre los vínculos afectivos” desarrollo la idea de “apego”.
Esta relación de “apego” es importantísima para el desarrollo del bebé durante su primer año de vida, con este sentimiento de apego también aparece el “miedo primitivo al extraño”
A través de los sentidos los bebes establecen sus relaciones afectivas con su entorno, a través del olfato pueden oler el rechazo o la indiferencia afectiva de sus madres, desde el primer momento en el que nacen.
Lo que siente la madre, lo siente su bebé.
Todos los sentimientos que experimente la madre llegan al bebé debido a su percepción subjetiva –interiorizada-, los globaliza haciéndolos propios.
Esos sentimientos (tanto positivos como negativos), son absorbidos por sus células, su sistema nervioso, su mente, su cuerpo, haciéndolos suyos.
Para que un bebe sienta afecto, se sienta feliz y aceptado, en primer lugar, la madre, debe procurar estar el mayor tiempo posible en un estado de tranquilidad, de paz, de relajación. En segundo lugar mantener una comunicación intensa, constante, con su bebé a través de sus pensamientos, de sus manos en el vientre. Para ello es una gran herramienta la relajación y la visualización. Cuando entramos en relajación profunda, ritmos Theta, alcanzamos la percepción emocional, que es la percepción en que se encuentra el bebé.
Los sentimientos y los estados de ánimo de las madres están vinculados a hormonas y neurotransmisores que viajan por el torrente sanguíneo y, a través de la placenta, llegan al cerebro en desarrollo del futuro bebé, es decir, todo lo que siente la madre a la vez lo siente el bebé.
Pienso que el articulo de Tomás de Andrés tiene bastante razon en cuanto a las sensaciones que tienen los bebés.Quiero añadir además que el documental:"en el vientre materno" de national geographic, vimos como el bebé reconocia la voz de su madre y la distingue de las de un extraño e incluso se vio tambien como niños de entre 0-1 años reconocian tambien una sintonía de una canción que las madres escuchaban cuando estaban embarazadas.
Como hemos podido observar en este artículo, los vínculos afectivos para el bebé son muy importantes para su desarrollo, como por ejemplo el caso del apego, ya que el niño busca las figuras paternas que se lo dan; y esto es importantísimo para la emoción del neonato. Cuanto más rápido haya desarrollado los sistemas comunicativos, sensoriales y adaptativos, mucho mejor, ya que van a dar lugar a una mejor calidad de su integración en el medio ambiente. El papel de la madre en este caso es primordial, ya que el niño la reconoce olfativamente, al igual que puede discriminar o querer las cosas y personas que le rodean, llegando incluso a oler el amor y el rechazo, como está explicado en el artículo, debido a diversos procesos.
Por tanto, lo que se tiene que hacer es no estresar al bebé, con situaciones y sitios incómodos, ya que esto le influye en su desarrollo evolutivo y le desorienta en el medio ambiente, creándole perjuicios. También es importante darle mucho cariño y amor porque eso al día de mañana le va a ayudar en su inserción en la realidad.
Hoy en día ya tenemos bases científicas, aunque no las suficientes, para saber que los niños en su primer año de vida sienten afecto.
Estas bases científicas las empezó el médico y analista Jonh Bowlby con niños que tenían falta de afecto y fue a raíz de aquí donde desarrollo la teoría sobre los vínculos afectivos que llevó a plantearse si los bebés buscan figuras de apego afectivo y así se empezaron a interesar sobre las emociones infantiles en su primer año de vida. Jonh se dio cuenta de que los bebés tenían un complejo sistema coordinado de percepciones, emociones biológicas, destrezas y capacidades para obtener un determinado contacto con su madre. Después de esto, otros estudiadores fueron aportando ideas, como que los niños mostraban un cierto aprecio por unas personas y se llevó a plantearse si tendrían miedo a los extraños.
La investigación actual reconoce que hay una antelación y precocidad de los sistemas sensoriales, comunicativos y adaptativos del infante.
Hoy en día y según los estudios científicos, podemos afirmar, que el sistema sensorio-perceptivo-atencional y comunicativo del recién nacido, por el que interpreta la calidad de sus primeros vínculos adaptativos, parece encontrarse mucho más adaptado, capacitado y organizado de lo que se pensaba en un principio.
Las últimas investigaciones dicen que el olfato es una fuente de información muy precoz y elaborada de discriminación debido a los genes gustativos y odoríferos que son los receptores que codifican. Se piensa que esto es una recurso de adaptación y supervivencia, no sólo en humanos, también en insectos y mamíferos.
Los bebés son capaces de distinguir así a quienes les protegen y les cuidan y a quienes les maltratan y les desatienden, según dicen estudios recientes.
Por medio de complejas técnicas de biología celular se ha descubierto que el bebé reconoce a su madre por señales quimio-sensoriales, es decir, son neuronas que distinguen las diferentes mezclas de sustancias odoríferas de sus olores.
Viendo comparaciones entre la raza humana con respecto a los demás seres del reino animal, el ser humano es un ser que desde su nacimiento tiene una gran dependencia hacia sus progenitores. Estudios como los citados en el artículo anterior dan más pruebas sobre ellos, pese a que sea una capacidad que se comparta con las crias del mundo animal. Pero en este caso afecta tambien a nivel cognitivo en el bebé, a un nivel afectivo, carentes los animales, parcialmente, de esto. Nada más nacer nos vemos sólos inmersos en un mundo en el cual sin el amparo y apoyo de nuestros padres, y más precisamente de la madre, puesto que el vinculo con ella es aun más profundo.
No me sorprende que el olfato tenga relevancia en el desarrollo emocional del niño respecto a su madre, ya que siendo feto está acostumbrado a escuchar la voz de la madre desde el interior del útero, teniendo así nada más nacer un vínculo tan fuerte con ella. Haciendo referencia al título "El bebé puede oler el amor y el rechazo", tampoco se aleja de verdad, puesto que siendo mayores captamos las feromonas de personas de otro sexo que nos atraen, produciendo en nosotros un interés hacia esa persona al captarlas, el amor que una madre desprende hacia el cuidado de su hijo no sólo tiene que ser percibido por el bebé por los actos.
Los estudios anteriormente citados son, a mi parecer, una prueba más de la dependencia que tienen los bebés hacia sus progenitores, al contrario en algunos casos de otras especies animales. Aunque en este caso llega más lejos, puesto que el hecho del contacto de los padres con el sentido oftalmico llega a ejercer influencia sobre sus características cognitivas.
En este caso siendo capaz de captar el afecto que su madre deposita en él a través del olfato, y a traves de ello ya a empezar a formar su futuro "yo". Y alcanzando a tener una relación más afectiva con la madre, respecto al padre, puesto que siendo nada más que un feto, las primeras palabras, la primera voz que escucha, es la de su madre, desde el interior del útero.
No me sorprende que con el olfato sea capaz de notar el amor de la madre, porque si cuando somos mayores somos capaces de captar las feromonas desprendidas por personas de otro sexo y lograr influir en nosotros interesandonos, o despreciando, esa persona, por qué no un niño, que ha compartido tanto tiempo vital con su madre, no iba a ser capaz de notarlo sin la ayuda de los meros actos.
El olfato es uno de los sentidos a los que menos importancia se le da, y sin embargo juega una gran importancia en nuestras vidas.
La psicóloga Marsha Katz hizo una investigación sobre este tema, afirmando que las madres no reconocían a su bebé entre otros bebés visualmente después de pasar una hora con él. Sin embargo, si era capaz de reconocer una bolsita con la ropa interior que había llevado su bebé entre tres bolsas que contenían además de la usada por su hijo, las de otros 2 recién nacidos.
La tasa de éxito fue de 100% a pesar de que las madres sólo habían pasado una hora con sus pequeños.
Este experimento nos demuestra la importancia del olfato.
Pero aquí no estamos hablando del olfato de la madre, sino del olfato del bebé, que también es capaz de reconocer a su madre a través de su olor. Y este reconocimiento es muy importante para el vínculo de ambos, pues el bebé recién nacido aún no tiene una óptima capacidad visual y es oler a su madre lo que le produce una gran tranquilidad.
Este tema es interesante, porque sí que es verdad que al sentido del olfato se le da mucha menos importancia que a cualquiera de los otros sentidos, y con este artículo descubrimos lo interesante y valioso que puede ser este sentido. Deberíamos dar mas importancia al olfato, y proponernos utilizarle más, probar y conocer olores nuevos, porque si un bebé con sólo unos días es capaz de reconocer a su madre por su olor, nosotros podríamos aprovecharnos más de esta capacidad olfativa.
Sonia Guerrero Uceda.
Estoy de acuerdo con el profesor en que sin una relación de afecto en los primeros meses o años del niño, puede ocasionar una conducta negativa en el posterior desarrollo social y familiar.
Podría convertirse en un niño rebelde y malo por su necesidad de cariño, y, buscar éste en lugares peligrosos (bandas...) o, tratar mal a las personas y no saber transmitir tampoco ese afecto.
También creo, que aunque tengan unos meses de vida son capaces de distinguir quién les trata bien y quién no. Se dan cuenta, a mi parecer, quién les da de comer cuando lo necesitan y quién no les alimentan o les ayudan a dormir, etc...
Y, si opino que saben captar el olor de cada persona y lo relacionan con ella, mucho mas el de su madre, pero distinguen a las personas, lo que veo más complicado que sean capaces de hacer es, saber quién le da amor, solo a través del olfato.
A través de gestos, de palabras, … sabemos cuando una persona nos aprecia, o por el contrario, nos rechaza.
Son acciones que a traves del sentido de la vista y del oido vemos o escuchamos.
Pero ¿se puede saber tambien a traves del olfato?
Aunque a menudo no le damos la importancia que en realidad tiene a este sentido, he de decir que es más importante de lo que pensamos.
Los recién nacidos interpretan la calidad de sus primeros vínculos adaptativos a traves del sistema sensorio-perceptivo-atencional y comunicativo.
Organizan una imagen del medio y actuan sobre el.
Empiezan a asimilar el olor, el sabor…de quienes les tratan y les protegen ( por lo que se intuye que tambien percibe justamente lo opuesto, o sea, quien les maltrata).
A través del apego, el bebé valora la seguridad básica en los primeros años de vida ( una inseguridad seria perjudicial en cuanto a su desarrollo neurologico y psicologico).
Los niños, por el olfato y a traves de unas moléculas, son capaces de reconocer a la madre; es más, podrían incluso a través de los glomérulos olfatorios activados que informan al cerebro, detectar, por el olfato, la indiferencia afectiva, el rechazo, o la agresividad, de sus madres.
En resumen, serian capaces, de aprender y asociar determinados olores con sus correspondientes estímulos sensoriales.
Por tanto, como bien indica el titulo de este comentario, los bebés pueden “oler el amor y el rechazo”, de la gente que les rodea, de las personas que les cuidan.
El autor en este tema, basándose en los autores S. Bowlby y M. Ainsworth, quiere explicar las claves del reconocimiento olfativo, del vínculo establecido entre la madre y el niño.
Uno de los puntos con el que estoy de acuerdo es que el afecto temprano es primordial para un buen desarrollo infantil. El artículo trata el término “apego” como un tipo especial de relación. Este apego del bebé hacia su madre parece ser un factor concluyente de la emoción infantil a lo largo del primer año.
Otras de las cosas que me ha sorprendido descubrir ha sido como el sistema sensorio-perceptivo-atencional y comunicativo del recién nacido esta mucho más preparado y organizado de lo que anteriormente se había estimado.
Los bebés son capaces de reconocer el olor de su madre. Disponen de indicaciones perceptivo-sensoriales que les permite organizar una imagen de su medio e intervenir sobre él. Y al igual que son capaces de percibir olfativamente el olor de su madre, también pueden hacerlo de quienes le dañan o desatienden.
Este reconocimiento, según manifiesta el artículo, ha sido descubierto por medio de complicadas técnicas de biología. Se trata de neuronas que distinguen los diferentes olores, tanto el de los propios padres como el de otros.
Para concluir, el recién nacido puede detectar por el olfato, tanto el rechazo, agresividad (si existe) por parte de la madre, como el cariño y el afecto, y todo esto a través de los glomérulos olfatorios activados que informan al cerebro.
Ana Gómez
2º de Pedagogía
Existen muchos estudios acerca de la posible relación entre el afecto temprano y el desarrollo infantil. De este modo surge la teoría sobre los vínculos afectivos que considera que desde el primer momento de vida el bebé manifiesta una demanda de afecto de su entorno. Este afecto se considera esencial para el inicio de su sistema de coordinación.
Muchas hipótesis y teorías tienen en cuenta a la madre como figura esencial durante las primeras etapas del desarrollo infantil, ya que se crea un vínculo especial entre ambos fortalecido por el proceso de lactancia, denominado vínculo afectivo biológico. Numerosos experimentos han demostrado que la areola del pecho de la madre desprende numerosas moléculas olorosas que podrían cumplir una funcion de comunicación olfativa. En principio, se cree que esto favorece al bebé a la hora de reconocer a su madre.
A partir de estas moléculas olfativas, el niño es capaz de detectar la indiferencia afectiva, el rechazo o la agresividad de su madre, así como la atención, la dedicación o el afecto.
En general, las moléculas olfativas que recibe del entorno, tambien le ayudan a valorar su integración.
El niño, durante su desarrollo puede estar sometido a situaciones de estrés, que pueden derivar en sensación de falta de control ambiental. Esto puede causar trastornos como la hiperactividad, impulsividad, falta de atención…
Todos los estudios han sido positivos para comprender mejor el desarrollo del bebé.
A lo largo de los años se han realizado diversos estudios sobre la relación entre el bebé y la madre aún cuando el bebe está en el útero. Está relación afectiva permanece en el momento del nacimiento, el bebé busca por naturaleza el afecto y el amor, y la primera persona que se lo proporciona es la madre. El amor y el rechazo afectan al desarrollo del niño, positivamente y negativamente según el caso. Se han observado muchos casos de comportamientos anómalos en niños que no han podido recibir ese afecto, y esto ha llevado al estudio de la repercusión que ello conlleva.
Este amor o rechazo que se puede producir hacia el niño, se dice que puede ser reconocido por el bebé mediante el olfato. Y esto se basa en las capacidades olfativas que tienen algunos animales e insectos. Según los estudios el bebé sería capaz de distinguir mediante el olfato cuando una persona proyecta amor hacia él. Esto es comprensible pues el cuerpo humano segrega diversos tipos sustancias que para el olfato de algunos animales por ejemplo es muy distintivo, y lleva a pensar que el niño es capaz de detectar también estos olores.
Lois Ayuso López 2º Pedagogía M2
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